Día Turístico en New Orleans
Incluso antes de empezar a escribir, ya se que voy a quedar inconforme con la crónica de hoy. Esta ciudad es tan maravillosa que se que es imposible ponerla en palabras. De todas maneras haré mi mejor esfuerzo.
Hoy el día estuvo lleno de cosas, absorbimos New Orleans por los poros. Empezamos desayunando en "El Croissant de Oro", un sitio donde no frecuentan turistas entonces pudimos ver gente local viviendo un día normal. Claramente, como indica el nombre, cada una desayunó croissant y estaba tan rico que posiblemente si sean de oro de verdad.
De ahí salimos y caminamos el mercado. Yo tengo un especial afecto por los mercados entonces me pareció una de las mejores partes del día. Este es al lado del río y se extiende por un par de cuadras. Tiene desde alimentos frescos hasta artesanías latinas... si, así como lo leen, había puesto de venta de sombreros y mochilas. Nos entretuvimos un rato viendo los artesanos, pintores, joyeros y demás y fuimos entrando a la zona de almacenes típicos de New Orleans.

Si uno viene a New Orleans y no tiene algún contacto con el Voodoo y su historia, creo que se pierde una de las mejores partes. Por eso nos metimos a cuanto almacén encontráramos de artefactos mágicos y muñecos de brujería y por supuesto terminamos en el Museo del Voodoo que, para ser completamente sincera, primero, no tiene nada de museo, y segundo, solo quedamos preocupadas por la pobre persona a la que le va a tocar limpiar esa casa cuando el museo entre en quiebra. Ahí les dejo las fotos para que se ilustren en la pila de basura que fuimos a ver.
Seguimos caminando entre esas casas que tanta admiración me producen, las calles con los perfiles de balcones de colores, barandas en hierro forjado y porches siempre con sillas; y fuimos llegando a la catedral, al parque de Louis Armstrong, a las tiendas de pralines y finalmente a la hora de almuerzo al restaurante número uno de PO-BOYS.
Los po-boys son unos sánduches en bagette típicos de Louisiana. El original es con camarones y se llaman po´boys por que vienen de la expresión "POOR BOYS" para referirse a los jóvenes de las huelgas del tranvía. No es nada realmente especial, pero la historia, la sencillez, la manera de pedirlos, el restaurante, las mesas... bueno todo! había que comer po´boy! y si que lo disfrutamos!
Después de tanto caminar, y de recorrernos el "French Quarter" de arriba a abajo unas cuantas veces, nos fuimos para una calle un poquito alejada del barrio, famosa por los bares y discotecas con música en vivo. No había mucha gente y nos sentamos a descansar en un local y a oir una banda increíble! Ahí se nos fue el resto de la tarde felices, y nos dio la hora de ir a hacer la fila para la principal atracción del día: El show de Jazz en el Preservation Hall.
Este sitio es un salón... no se le puede llamar bar porque no tiene ni un vaso de agua, tiene 4 shows de jazz al día. Está en pie desde 1961 y la idea principal es preservar y seguir con la hermosa tradición del "New Orlean´s Jazz". Les cuento que para el show de las 8 hay que empezar a hacer fila desde las 7, pero vale toda la pena del mundo la espera. Es un salón pequeño y oscuro, y uno se sienta en unas bancas de madera o se queda parado ("first come, first served").
Aquí es cuando digo que las palabras faltan. Cuando se erizan los pelos, se tapa la garganta y el corazón empieza a latir a mil... ahí es cuando uno sabe que está viendo algo que vale la pena. Los músicos con más alma que yo haya visto alguna vez. Ellos respiran Jazz, los instrumentos son como parte de sus cuerpos, todo es tan natural, todo se ve que ocurre sin el más mínimo esfuerzo y sin embargo es tan impresionante que uno no alcanza a entender qué es lo que está pasando en ese salón.
Ya mañana nos vamos y si no se me nota, pues les digo que NO me quiero ir. New Orleans es magia. No puede haber otra explicación para que esto exista.