Napa - San Francisco
Destino Final
No mentiré, estaba feliz de salir ya a San Francisco, la última parada guarda recuerdos y lugares que tengo muchas ganas de volver a visitar, entonces salimos después de ese delicioso desayuno sin retrasarlo más.
El camino de Napa a San Francisco es muy corto, y había un pequeño desvío que valía la pena tomar para pasar por el último bosque del paseo. Muir Woods, un bosque de pinos rojos que para mi sorpresa son los árboles mas altos del planeta, aun mas que las Sequoias. Tienen el tronco más delgado y completamente rojo.
Tomamos el desvío y cuando llegamos, no había donde parquear. Incluso la calle estaba repleta. Dimos millones de vueltas esperando encontrar algún sitio, pero era misión imposible.
Después de media hora, perdimos la esperanza y nos empezamos a ir, y ahí, en ese minuto, se abrió nuestro campo. Definitivamente nos teníamos que bajar.
Estar en medio de ese bosque es como estar en un documental de National Geographic de esos que uno no cree que son verdad y que son retocados para parecer mas impresionantes. La luz entra perfecto por la ramas de los arboles en rayos individuales, los troncos son completamente esbeltos y suben infinitamente desafiando toda ley, (uno siente que se pueden quebrar en cualquier momento), el frío del pacífico se siente fuerte y los sonidos del bosque te acompañan cada minuto que recorres el camino.
Empapadas de toda esa energía salimos para San Francisco via Sausalito. No fue sino entrar a Sausalito y a las calles empinadas para que yo empezara a llorar. Y de repente, sin ningún previo aviso nos recibió imponente el Golden Gate. Todos los pelos se me erizaron, siempre he pensado que ese puente es uno de los sitios más lindos del planeta. La sensación de volver al lugar donde uno fue completamente feliz es completamente poderosa.
Esa sensación me acompañó mientras atravesábamos toda la ciudad para llegar a Emeryville, (seguramente me acompañará toda la semana) y finalmente llegamos donde Elsa y Mateo.
Apagar el carro cuando parqueamos fue extraño, y mas extraño fue bajar todo, desocuparlo, las maletas, la nevera, las toallas... Nuestra casa de tres semanas que empacamos en la costa oeste, en una de las ciudades más lindas del mundo, la desempacamos después de 23 días, 25 ciudades, 18 casas, 18 camas y 4500 millas, en otra de las ciudades más lindas del mundo, con caras de agradecimiento y plenitud y llenas de una sensación, un espíritu especial que para mi, solo llega cuando recorres, conoces y te abres a lo que el mundo tiene para dar.
Qué buenas 3 semanas, qué buen recorrido, qué buena aventura. Ahora rematamos un días aquí, al otro lado, antes de volver.
Feliz y orgullosa de haber recorrido con ustedes en este viaje de la vida. Gracias a ella que nos ha dado tanto...
ReplyDeleteCon esos anfitriones, el valle del Napa no puede ser mejor! que bueno.
ReplyDeletesalud
Mary y Amalia no me canso de repetir que nota de viaje!!!!! Cuando nos veamos nos cuentan el resto de detalles!!!
ReplyDeleteAhí estuve. Me prometieron que iría sentada en medio (veo que con muuucha más gente), y gracias a este hermoso diario de viaje lo cumplieron. Yo por mi parte me juré a mi misma recuperar la cuenta de gmail que hace mucho me abriste ("porque usar Hotmail es de adolescentes y no tiene presentación") y por fin, después de varios intentos fallidos por recuperar una contraseña perdida en el ciberespacio (y confirmar que definitivamente lo mío es el puberto Hotmail) puedo comentar aquí y decirles: GRACIAS POR LLEVARME DE VIAJE.
ReplyDeleteDespués de desatrazarme de los primeros días en que me colgué, no hubo una sola mañana en que no abriera el ojo e inmediatamente entrara a leer qué nos había pasado en ese viaje costa a costa lleno de historias hippie-capitalistas, histerias yóguicas y platillos vegano-fritos. ¡Mejor dicho! me uno a eso de que el mundo, y en especial ese país, está maravillosamente LOCO y lleno de increíbles contrastes que, cuando creías haberlo visto o entendido todo, te dicen: "NOOOOOOOO MIJITA, VENGA LE MUESTRO" jajajajaja.
Qué historias y qué hermosa forma de narrarnos esas historias. Me reí como loca, me dieron escalofríos, sentí claustrofobia dentro del carro y finalmente quedo también enamorada de New Orleans, de la encantadora de venados, de la inmensidad del cañón, de los buses amueblados, de los anfitriones (aunque terminen cobrando las invitaciones) y de los mares de árboles...
Las amo, las extraño, las admiro y les recomiendo que se vayan preparando porque el próximo blog de viajes de la azucena soñadora y la mariposa rebelde contará con una madre tamborilera a bordo.
(¿Yo cómo hago para dejar de cantar la primera canción que grabaron y que ahora es la banda sonora de mi vida?)
Un abrazote enchilado desde aquí abajito.
Carolina Aguirre...me hiciste llorar!!!
ReplyDeleteGracias a la vida...que me ha dado a mis sobrinas...Las amo Pablo
ReplyDeleteYo también las amo, como propias, aunque sean políticas....... a las tres!!!
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