Friday, June 12, 2015

Yosemite - Lake Tahoe


Esta parte del viaje es tratando de seguir algunas huellas que dejamos en los lugares a los que vinimos cuando éramos chiquitas. Por eso planeamos ir a Lake Tahoe, donde fuimos a esquiar, claro que en esta época del año no hay nieve. 

Nos despertamos completamente cómodas y felices en esa cama, hace mucho tiempo no dormíamos tan profundo, y como ayer no comimos nada por la noche nos despertamos con hambre, perfecto para el cajón de desayuno que nos tenían: avena, miel, nutella, nueces, pasas, café, te, etc. Nos hicimos un desayuno de reinas y empezamos el día felices. 



Nos tomamos nuestro tiempo para salir, de todas maneras los días están durando muchísimo, (con luz hasta las 9pm) y para llegar a Lake Tahoe solo nos tomábamos 3 horas. Salimos alrededor del medio día, sinceramente, un poco tristes de dejar esa casa. 


La manejada fue en sí parte del paseo porque  la carretera pasa por dentro de unos bosques hermosos, no es autopista de alta velocidad entonces nos fuimos disfrutando del paisaje y finalmente a las 3 horas exactamente llegamos. Lake Tahoe es una ciudad. Tiene colegios, restaurantes, hoteles, casas, urbanizaciones etc. De esto yo no me acordaba entonces me tomó por sorpresa... y nos antojamos terriblemente de venir a vivir aquí. El lago es una cosa de otro mundo. El agua es entre verde y azul, la vegetación, los patos, la transparencia del agua, la inmensidad del lago en sí, todo nos dejó enamoradas inmediatamente. 





Antes de ir a verlo de cerca almorzamos en un lugar delicioso de comida "rápida" pero completamente orgánica y enfocada en vegetales. Nos encantó y descansamos un poco de la manejada. Para el postre fuimos a un lugar que se llama "Heavenly" que es una plaza donde ocurre de todo: música, shows, teleférico, restaurantes. Mucha actividad de pueblo al pie de una montaña gigante donde nos sentamos a ver pasar gente y a comernos un helado.


Una vez solucionamos el tema de hambre, manejamos un rato más a una de las playas del lago. Un poco lejos, aproximadamente media hora del centro donde estábamos. Llegamos y por supuesto no había baños ni lugar para cambiarse, entonces, aprendiendo de las señoras de los baños de las piscinas en Santa Fé, nos cambiamos en la mitad de un parqueadero sin darle muchas vueltas al asunto.

La arena de la playa es gruesa, (y duele menos caminar en clavos), y el agua es HELADA. No me refiero a helada de río normal que conocemos, realmente helada como si se acabara de descongelar. Frío que quita el aliento y que por más veces que uno se meta, no se acostumbra. Eso sí, que sensación tan deliciosa. Nos tiramos en la arena un rato y me hice íntima amiga de los patos que le pasan a uno a medio metro sin ningún problema (claramente la primera vez que ocurrió intentamos salir corriendo pero la arena tampoco dejó).


Tuvimos un día tranquilo, vimos paisajes lindos y conocimos un lugar que añadiremos a la lista de posible vividero para el futuro. Terminamos viendo el atardecer en un restaurante al lado del lago en la mesa más perfecta de todas, y finalmente dormiremos en nuestro último cuarto alquilado del paseo que está perfecto para terminar y dejarnos un bonito recuerdo.





1 comment:

  1. Increíble anfitriona. Esa casa hay que apuntarla!
    Muy valientes las veo para el agua...por ahí empieza el camino de un yogi. Jejrje

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